Estimado viajero que llegas a este sitio. Encontrás aqui la totalidad de los mensajes que el Papa Juan Pablo II nos regalo en sus visitas a la Argentina. Además de sus audios (casi todos completos), fotos y material periodístico de aquellos años que registraron sus visitas. Aún no hemos terminado de transcribir todas las notas periodisticas que poseemos, por eso le recomendamos regresar en unos días para ver las novedades. Alentamos también a quienes tengan material de las visitas del Papa a que hagan lo mismo confeccionando sitios en que se recuerden permenentemente sus palabras.

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JMJ 1987 La lucha del discapacitado es diaria por Aldo Monti

Palabras de Aldo Monti al Papa Juan Pablo II durante la JMJ el sábado 11 de abril de 1987
La lucha del discapacitado es diaria

“Yo estoy ante usted Santo Padre, en nombre de los discapacitados para dar testimonio de nuestras dolencias –comenzó sus palabras el joven Aldo Monti (a los 18 años por un accidente quedó paralitico, quien habló al Santo Padre durante el acto del sábado 11)- Vivimos en una sociedad que es víctima de su incapacidad de amor. Así, la cruz del discapacitado se diferencia de la de los demás por su evidencia. La cruz no es querida sino que es asumida como lo hizo Cristo. Por eso ya no pregunto: ¿por qué Señor? Sino que, buscando el sentido de mi vida, pregunto: ¿para qué Señor?, ¿que querés de mí? La lucha del discapacitado es diaria; debe luchar para superponerse a si mismo, debe luchar para superar las barreras sicológicas –propias y ajenas- barreras urbanísticas, arquitectónicas, leyes insuficientes o que no se cumplen. Todo lo cual dificulta que se desarrolle plenamente como persona.

Debe luchar para que se tome conciencia de su realidad, y que sea valorado correctamente en sus aptitudes, para participar en todos los ámbitos, ya sea el cultural, el político, el económico, el social y el religioso. Ninguna sociedad puede darse el lujo de desperdiciar capacidades humanas. La sociedad, al atender a los discapacitados, no lo hace a una parte diferenciada y ajena, sino que se atiende a sí misma. El incapacitado, es y debe ser, signo de fe, de fuerza, de alegría y esperanza, de paciencia y humanidad, aceptando la voluntad del Padre. Nosotros los jóvenes discapacitados hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Le pido a la Virgen de Luján, Nuestra Madre, nos guie y proteja cada día y a usted Santo Padre, la bendición a esta juventud que es la sangre de la Iglesia. Muchas gracias”.

Como premio a sus emocionadas palabras, Juan Pablo II descendió a saludar al joven Monti quien le entregó un tapiz confeccionado por discapacitados mentales en símbolo al aprecio que todos le tienen.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 38.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias intiresnuyu iformatsiyu

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