Estimado viajero que llegas a este sitio. Encontrás aqui la totalidad de los mensajes que el Papa Juan Pablo II nos regalo en sus visitas a la Argentina. Además de sus audios (casi todos completos), fotos y material periodístico de aquellos años que registraron sus visitas. Aún no hemos terminado de transcribir todas las notas periodisticas que poseemos, por eso le recomendamos regresar en unos días para ver las novedades. Alentamos también a quienes tengan material de las visitas del Papa a que hagan lo mismo confeccionando sitios en que se recuerden permenentemente sus palabras.

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Mensaje al clero y Pueblo de Dios 6/4/1987 Fidelidad a Cristo y renovación

Fidelidad a Cristo y renovación




Mensaje al clero y Pueblo de Dios *

*Discurso en la Catedral de Buenos Aires, el 6 de abril de 1987, ante obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos en actividad pastoral en parroquias de Buenos Aires y sus alrededores. Siguió a palabras de Bienvenida del cardenal Juan C. Aramburu.

Síntesis:
1. Saludo al pueblo de Dios en Argentina con la paz de Cristo. Agradecimiento por la recepción.
2. La Iglesia, es edificación de Dios fundamentada en Cristo, los cristianos somos piedras vivas para esta edificación, deben ser piedras resistentes por el amor a Jesucristo.
3. Pedro es fundamento. Amor al Papa por ser vicario de Cristo. Frutos que espera de esta peregrinación apostólica.
4. Invocación a la Santísima Trinidad y a la Virgen María.



1. En mi primer saludo a la Iglesia en Argentina quiero expresar aquel mismo deseo con el que Jesucristo fortaleciera los ánimos de sus discípulos durante la última Cena, al decirles: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Jn. 14, 27). Así mismo se presentó ante ellos el día de su victoria sobre la muerte: “La paz sea con vosotros” (Jn. 20, 19).
Ante el Pueblo de Dios presente ahora en la catedral metropolitana de Buenos Aires, en la persona de los representantes de esta arquidiócesis y de toda la provincia eclesiástica, así como diversas autoridades, renuevo con afecto y alegría el saludo que hace pocos minutos he hecho en el Aeropuerto a todo el país. ¡Paz a todos vosotros! A vuestros obispos, a los sacerdotes y religiosos, a todos los laicos. ¡Paz a los amadísimos fieles argentinos!
Os doy las más expresivas gracias por haber venido hasta aquí. En mi visita pastoral a la Argentina sería mi deseo poderme detener con todos y cada uno para hablar con vosotros, escuchar vuestras confidencias como un padre, como un amigo. Pero estad seguros de que mi afecto y mi solicitud pastoral os acompañan, y que, en Cristo, estamos íntimamente unidos por la fe. Cuando volváis a vuestras diócesis, llevad a todos este saludo del papa, y manifestadles mi alegría por los encuentros que, con la ayuda de Dios, vamos a vivir en estas jornadas.


Iglesia, con fundamento en Cristo
2.
Nos hallamos en esta catedral, cuya primera construcción mandó hacer en 1620 el primer obispo de Buenos Aires, fray Pedro de Carranza y que –como todos los templos cristianos- es casa del Señor, lugar de oración y de encuentro con Dios. En el Tabernáculo está realmente y verdaderamente presente Nuestro Señor Jesucristo, oculto bajo las especies sacramentales, y, como escribió mi venerado predecesor el papa Pablo VI, desde allí “ordena las costumbres, alimenta las virtudes, consuela a los afligidos, fortalece a los débiles, incita a su imitación a todos los que a Él se acercan” (Mysterium fidei, 3 septiembre 1965).
La Iglesia quiere además que veamos, en el templo material, el símbolo que nos impulsa a la edificación espiritual de la familia cristiana. Así nos lo recuerda el Concilio Vaticano II: “Muchas veces también la Iglesia se llama edificio de Dios (1. Cor. 3, 9). El mismo Señor se comparó a una piedra que, rechazada por los edificadores, luego se convirtió en piedra angular (cf. Mt 21, 42, Act 4, 11; 1Pe 2, 7; Sal 117, 22). Sobre dicho fundamento levantaron los Apóstoles la Iglesia (cf. 1 Cor 3, 11), que de Él recibe firmeza y coherencia. A este edificio se le dan diversos nombres: casa de Dios (1 Tim 3, 15) en la que habita la familia, habitación de Dios por el Espíritu (Ef 2, 19-22), morada de Dios con los hombres (Ap. 21, 3) y sobre todo, templo santo…” (Lumen Gentium, 6).
En esta edificación, los cristianos somos “a manera de piedras vivas edificadas sobre Cristo, siendo como una casa espiritual, como un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales gratos a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pe 2,4) ¡Piedras vivas de la Iglesia! ¡Qué hermosa es esta expresión de san Pedro! “Piedras vivas, formadas por la fe robustecidas con la esperanza y unidas por la caridad”, como escribió san Agustín (S. AGUSTIN, Sermo 337, 1) Eso quiere el Señor que seamos los cristianos: Piedras vivas, firmemente apoyadas en Jesucristo, piedra angular del edificio de la Iglesia. Solo en Cristo está la salvación, como lo proclamó el apóstol Pedro ante el Sanedrín: “No hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo, por el que podamos salvarnos (Act. 4, 12).
Para que cada uno de nosotros sea piedra viva resistente, hemos de apoyarnos en el cimiento sólido de la piedad –que es un amor sincero a Jesucristo-, y de la fe cristiana, de la doctrina salvífica transmitida desde los tiempos de los apóstoles de generación en generación, que ha sustentado al Pueblo de Dios en estos veinte siglos y lo seguirá manteniendo firme hasta el fin de los tiempos.

Fundamento del pontificado

3.
En el camino de venida hacia aquí, he podido comprobar el fervor y el entusiasmo que este gran pueblo argentino reserva a la persona del Sucesor de San Pedro. El Señor dijo al príncipe de los apóstoles: “Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno, no prevalecerán contra ella” (Mt 16, 18). De nuevo aparece aquí el fundamento, la piedra viva. Ciertamente, si manifestáis tal afecto hacia el Papa, no es tanto por mi persona, cuanto por nuestro Señor Jesucristo que, en sus divinos designios me ha elegido como pastor universal de la Iglesia.
El mismo san Pedro escuchó estas palabras del Señor: “Simón, Simón mira que Satanás os busca para cribaros como el trigo, pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos” (Lc 22, 31-32). A impulsos de este mandato se Jesús vengo a la Argentina en esta visita pastoral como maestro de la fe, para reforzar vuestra fidelidad a la doctrina de Jesús, orando y meditando juntos la palabra de Dios.
Espero muchos frutos de esta peregrinación apostólica. Frutos de renovación espiritual, de fidelidad a la Iglesia, de servicio a los hermanos. Ya desde ahora os exhorto, queridos fieles de toda la Argentina, a reavivar en vosotros “la fe que actúa por la caridad” (Gal. 5, 6), para que de este modo deis testimonio de vuestra condición de cristianos en todos los momentos de vuestra vida. Cuento con el apoyo de vuestras fervientes oraciones, para que estos deseos se hagan realidad.

4. Así se lo pido ahora a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, recordando que esta histórica catedral tiene por titular a la Trinidad y que Juan de Garay y sus compañeros al arribar a esta ciudad el 11 de Junio de 1580, domingo de la Santísima Trinidad, decidieron llamarla la Ciudad de la trinidad.
La Santísima Virgen, bajo las advocaciones de Santa María de los Buenos Aires y Nuestra Señora de Lujan, guie nuestros pasos durante esta peregrinación apostólica en tierra argentina. Así sea.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 páginas 121 y 122.


Oración Trinitaria en la Catedral de Buenos Aires 6-4-1987

Entrega presente a Cardenal Aramburu y Bendicion en latin 6-4-1987

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo que yo queria, gracias

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